Todo comenzó después del maratón de Jarapalos, en el ya
lejano noviembre del 2011, cuando tras terminarlo con más pena que gloria, me
rondó por la cabeza participar en una Ultra que había visto en la Red, que se celebraba
a finales de verano en Los Alpes y que consistía en darle la vuelta al macizo
del Mont-Blanc. Me inscribí en la prueba
sin mucha esperanza de participar ya que había que entrar previamente en un
sorteo y con la suerte que tengo…..
Pues pasaron un par
de meses y recibo un sms alertándome de que he entrado dentro de la CCC, la
hermana pequeña de la UTMB.
Ya han pasado unos
cuantos días desde que se celebró la prueba y toca hacer balance, ahí va mi crónica.
Lejos queda ya el mes de noviembre en el que decidí
participar en esta carrera, que se lo comento a Eugenia y me dice, como siempre,
que “pa’lante”. Desde entonces ha pasado
casi un año en el que he conocido a mucha gente relacionada con el mundo de las
carreras por montaña y que me han ayudado a estar el viernes en la salida de
Courmayeur: mis compis del Corduba Trail, a los que conocí no hace mucho y me
han abierto las puertas de este mundillo.
Volamos desde Madrid a Ginebra con Swiss –Air (gracias a las
gestiones de Eugenia) a un precio de low-cost pero con la garantía de volar con una
magnifica compañía. La noche anterior pernoctamos en Madrid, en casa de Hugo, Diego y Laura, que se
ofrecieron a que durmiéramos allí y a trasladarnos a Barajas al día siguiente.
Mil gracias cuñaos.
Una vez en Ginebra viajamos en un microbús que nos llevó hasta Chamonix. En el traslado coincidimos con mas corredores venidos de Andalucía para la carrera: Pedro de Alora, Juanma Cortes de Ronda, Pedro “el Lince” de Málaga, los máquinas del Hockey Alcalá…..a lo largo del finde coincidiríamos con algunos de ellos mas veces. En poco más de una hora llegamos a Chamonix, la CAPITAL MUNDIAL DEL TRAIL durante estos días.
El pueblo es precioso. Se encuentra en un valle rodeado de
picos nevados de más de tres mil metros de altitud y el ambiente que hay por
las calles es espectacular. Aunque de momento luce el sol, vemos en las
previsiones meteorológicas que entra una borrasca esta tarde y que nos
acompañaría hasta el sábado. De momento disfrutábamos del ambiente, pasamos por
la feria del corredor que había montada donde podías adquirir cualquier cosa
que se te ocurriera relacionada con la montaña y de la firma que quisieras.
Solo hacía falta “pasta” y ganas de gastar.
Alguna cerveza que
otra y por la noche al apartamento donde Eugenia prepara macarrones con atún
para un regimiento.
Jueves, 30 de agosto.
Nuestra humilde morada
Por la mañana nos dirigimos al pabellón para la entrega de
dorsales y la revisión del material obligatorio. Allí nos informan que para la
CCC la organización no permite dejar una bolsa de apoyo en algún punto de la
carrera, por lo que con el recorrido en la mano, Eugenia y yo trazamos un plan
de carrera y decidimos en qué avituallamiento nos veríamos para que fuese ella
quien llevara la bolsa con zapas, ropa seca, comida o lo que pudiera hacerme falta.
El punto de encuentro sería hacia mitad del recorrido, en el Km 54 en Champex
–Lac. Esto que parece una tontería fue decisivo el día de la prueba dadas las
condiciones en las que tuvimos que correr.
Con el dorsal y el material revisado y tras una vuelta por
el pueblo decidimos pasar la tarde en el apartamento, que por cierto estaba
genial. Se encontraba a 10 minutos paseando al centro de Chamonix en un área súper
tranquila junto a un lago. Tarde de
descanso, piscina, sauna, cafetito, en fin como marqueses, pero pensando ya en
lo que nos esperaba al día siguiente.
Viernes 31 de agosto.
Ya estoy en la salida de Courmayeur , suelo italiano. 1800
hombres y mujeres venidos de todas las partes del mundo nos disponemos a correr
esta aventura .Tras una breve aparición del sol, el día se empieza a poner
negro y comienza a llover: ya no pararía. El speaker no para de decir que las
condiciones de la carrera son invernales, el pronóstico es desalentador, nieve
por encima de 1700 m y vientos de 70 Km/h, por lo que a abrigarse toca. Hay dos cambios
en el recorrido: el primer puerto (Tete de la Tronche) no se puede subir, iremos directamente hasta
el refugio Bertone y el Aux de Vents lo sustituyen por uno mucho más suave, el
Col de Montets. Finalmente serían 96 Km y 5600 m de desnivel positivo.
Con el uniforme de pitufo
Momentos previos a la salida
Suena por megafonía Vangelis, “La Conquista del Paraíso”, y los pelos se me ponen como escarpias. Atrás quedan muchos días de entrenos y de carreras con los compañeros del club por las sierras de Córdoba y Jaén, las palizas con Currito de este verano en Sierra Nevada y en Zafarraya (qué buen finde pasamos con el amigo Jesús). Gracias a todos de corazón.
Miro a Eu y esta llorando, a mi también se me caen las lágrimas.
Dan la salida y salgo a tope, como si fuera un diez mil, adelantando a gente por las calles del pueblo y enseguida la carretera se empina entrando en un carril para terminar en un sendero cada vez con más desnivel. Empieza a sobrarme ropa y me voy quitando alguna capa. Esta primera subida al refugio Bertone es bastante dura, unos 4 km. La hago con muy malas sensaciones, primer avituallamiento líquido y ni me paro. De ahí nos dirigimos por una zona de toboganes sube y baja al refugio Bonatti. Sigo con malas sensaciones y no logro encontrarme a gusto. La lluvia y el viento incomodan, pero lo peor estaría por llegar. Nos dirigimos por un valle hasta el avituallamiento de Arnuva. Hasta ahora nada va como preveía. Dadas las condiciones hay que improvisar y me lo tomo como una carrera de supervivencia, marcándome pequeñas metas: el siguiente punto de control, el siguiente avituallamiento. En Arnuva como algo de fiambre y fruta. Cuando salgo de la carpa veo a los voluntarios que hacen gestos avisándonos de lo que nos espera, la ascensión al Grand Col Ferret: unos 7 Km y casi 1000 m de desnivel, acompañados de una ventisca y nieve hacia mitad de la subida. Aprieto los dientes y agacho la cabeza y me uno a un grupo para hacer la subida. El sendero está impracticable por el barro y lo que era agua ya es nieve. Sigo sin entrar en carrera, sin buenas sensaciones. Tras un buen rato de subida tengo que pararme a un lado. Saco de la mochila, como puedo, una malla larga para las piernas, ya que el frio que empieza a hacer es considerable, y ya no me la quitaría. Veo de lejos la cima y me empiezo a animar. Coronamos el techo de la carrera de 2537 m, paso fronterizo con Suiza. Aquí comienza un largo descenso pasando por La Fouly y Praz de Fort que nos llevará hasta Champex-lac. Toda esta zona es corrible y, aunque la meteorología sigue igual, cada vez voy mejor, haciendo kilómetros a buen ritmo y adelantando a muchos corredores. Viendo el perfil de la carrera sabía que en esta zona, estando con fuerzas, le podía pegar un buen bocado de kilómetros al trazado a buen ritmo. Por fin algo de lo pensado previamente me salía bien.
Es increíble como se vuelca la gente de la zona con la
carrera. Por todos los pueblos o aldeas por donde pasábamos había gente dando gritos
de ánimo, a pesar del día tan horrible que hacía.
En Champex-Lac, el ecuador de la carrera, me espera Eugenia
y me pongo ropa seca que me viene genial. Tomo un caldo, un poco de pasta y al
lio. Eu se ha buscado la vida, y tras ir en el autobús de la organización, se
une con una chica francesa que le
servirá de gran ayuda y que también sigue a su novio, por lo que nos veríamos
mas adelante.
Recuperando fuerzas en Champex-Lac
Ahora había que afrontar tres subidas, la primera la
Bovine, para mi la peor: 8 Km de dura
subida técnica (la única de la carrera), donde había que gatear, pasar por
piedra mojada, barro, raíces y arroyos. Jamás se me olvidara esa ascensión, embutido
en la ropa de abrigo y sin levantar la cabeza. Me pego a un francés llamado Luc
y me entiendo bien con él. Es su tercera participación en la CCC y también ha
sido finisher de la UTMB. Me habla un poco de lo que nos queda y entiendo que
estamos en la parte más dura. A medida que ascendemos empieza a caernos la
nieve cada vez con más intensidad. La parte delantera de mi cuerpo está completamente blanca, los dedos de los
pies los llevo helados y empieza a anochecer. Al final la subida se suaviza. Corriendo
por una ladera llegamos a un establo de vacas convertido en avituallamiento
para la ocasión. Allí la situación es dantesca: miras a los lados y ves a
corredores sentados con las miradas perdidas liados en mantas. Para algunos la
carrera ha terminado ahí. Prefiero no mirar para evitar tentaciones. En esta
subida se me han ido más de dos horas de sufrimiento que jamás olvidaré.
Por delante una larga bajada hasta Trient de 7 km. Sufro más
bajando ya que no me quedan cuádriceps. Allí de nuevo Eugenia me ayuda a
cambiarme, camiseta interior seca fundamental para entrar en calor, nos
despedimos. Me encuentro con Pedro de Málaga, antes también lo había visto en
la cima de la Bovine, y me comenta que va bien. Más tarde nos veríamos.
Con el amigo Pedro en Trient
Ascensión a Catogne ya con la luz del frontal. Hago lo que
en las anteriores subidas, me pego a un grupo para coger ritmo. De los cinco
que vamos juntos no habla ni el gato, silencio, algún gruñido de vez en cuando
y para arriba. Parecemos sacados de una peli de ficción con los haces de luz de
los frontales entre la oscuridad de la noche, en medio de la tormenta y pisando
suelo desconocido. Solo se escuchan las pisadas y los bastones al golpear con
las piedras. Miras para arriba y la luz de los de adelante te avisa de lo que
te queda, por lo que mejor ni mirar solo al que tienes delante y un paso detrás
de otro hasta la cima. Tras más de hora y media de subida veo una hoguera en
medio de la nada, es un punto de control, aquí la nieve arrecia, la temperatura
es de -5 grados y la sensación térmica podría ser de -10 grados, y yo
entrenando en Córdoba……
Saliendo de Trient
Le pregunto a un voluntario y me dice que quedan unos 20 Km
a Chamonix, una bajada, una subida y otra bajada.
En Vallorcine se encuentra el último avituallamiento grande.
Allí veo de nuevo salir a Pedro que me comenta que se ha caído en la bajada y lleva
un fuerte golpe en el riñón. Me despido de Eugenia que ya no volvería a ver
hasta la meta. En momentos de tanto sufrimiento agradeces un huevo encontrarte
con los tuyos.
Vaya carita!!
Salgo del avituallamiento tiritando. Me pongo a trotar y voy
entrando en calor, ahí ya sé que la carrera es mía, la termino fijo. Por
delante la ultima subida al Col de Montets, tierras francesas, se huele la
meta. Trotando-andando llego hasta Pedro que va sufriendo por el golpe. Le digo
que voy con el hasta meta. Además las pilas de mi frontal empiezan a agotarse y
con lo que alumbra el suyo voy mejor, nos damos compañía y el sufrimiento se
lleva mejor. Él me dice que le tire. Pasamos por Argentiere y le comento que ni
se pare, que nos fichen los del control y “pa’lante”. Tras unos kilómetros
divisamos un resplandor que deben ser las luces de Chamonix. Pedro casi me
grita que tire adelante y así lo hago. Entro en el pueblo y aún me quedan
fuerzas para correr. Son las 1:30 de la madrugada, llueve a mantas, hay poca
gente por las calles del pueblo, pero para mi esos últimos kilómetros me saben
a gloria. Disfruto cada segundo por esas calles, giro a un lado, curva hacia
otro lado, me acuerdo de mi mujer y de mi hijo, lloro y me río a la vez,
sensaciones chulísimas. Por fin cruzo la meta.
Prueba superada
Han sido 15 horas 43 minutos. Puesto 311.
Sábado 1 de
septiembre, domingo 2 y lunes 3.
Trabajo en equipo
Los tres días siguientes a la carrera nos dedicamos a darnos
varios homenajes y disfrutar del lugar. Aquí os dejo unas fotos de esos días.
Quería para terminar daros las gracias a todos, a toda mi
familia, en especial a mi hermano Manolo
que aunque practica otra disciplina, sabe bien de que va esto. A mis amigos de Jaén que los quiero un huevo. A los Cordubas,
que gracias a ellos he podido terminar esta ultra. Gracias a Rafa Argote por su
apoyo tanto emocional como material; a Curro mi compañero de fatigas los
últimos meses; a mi paisano Juanmi y Rafa Fdez, los tíos de los cortafuegos con
los que me lo paso pipa; a un montañero y aventurero auténtico como Jesús; a Álvarez,
que llevo tiempo sin verlo; a Rubén que le debo una salida por el monte; al tío
de Bilbao Navalpotro; a Pablo y a Domingo; a Toni, aunque nos hemos visto poco;
a Alberto, Lorenzo, a Jose y al Canario, Juanma y Paqui, Jorge, Fran, a Pacoki,
un máquina del ultratrail, a Bernardino otro maquinón, a Leo, a nuestro
ingeniero Cienfuegos, seguro que me olvido de alguien, disculpadme, a todos mil
gracias.
Dedicado a Eugenia mi mujer y a mi hijo Diego. Os quiero.
Paco Fernández
Finisher de la CCC - Ultra-Trail du Mont- Blanc
Ohú Paco.
ResponderEliminarEsto es como los amigos de la mili. No se olvida. Las penurias pasadas juntos.
Aquí tienes un amigo para achuchar en las cuestas que hagan falta.
Un abrazo y volveremos en 2014.
Pedro Cruzado de Álora.
Enhorabuena Campeón !!!!
ResponderEliminarEl esfuerzo a merecido la pena y tener una mujer volcada como Eugenia, una gran ayuda.
Me has emocionado con tus comentarios porque se lo que te costado conseguirlo.
Felicidades de nuevo a los dos.
Un abrazo muy grande Amiq
Que máquina, me has emocionado con la historia de esta carrera, yo creo que después de esta ya estas bautizado en términos Traileros, es como dice Pedro, se te ha puesto la mirada del tigre.
ResponderEliminarUn abrazo y espero que nos veamos pronto.
Y como comentas, me debes una salida.
Rubén Aragón.
¡¡Enhorabuena!!
ResponderEliminarMuy emocionante tu crónica. Tuvo que ser muy duro con esas temperaturas.
Es un orgullo tener en el córduba trail otro finisher CCC.
Espero nos veamos pronto y nos cuentas en persona más detalles de la carrera.
Un abrazo y disfruta de la gesta.
Rafa Álvarez.
Si dura fue siempre, este año ha sido lo más.
ResponderEliminarMuy emocionante la crónica, me ha hecho vibrar y emocionarme.
Espero verte y que me cuentes en persona.
Enhorabuena al equipo, maquinas.