viernes, 6 de mayo de 2011

MONTAÑISMO EXTREMO.



Teníamos como objetivo dormir una noche en la nieve en pleno invierno para probar el equipo. Aunque ya tenemos experiencia en la nieve con tiendas y a 3000 m, hasta ahora siempre lo habíamos hecho en Semana Santa.
Pero como este verano queremos ir al Mont Blanc, el campamento está a más de 3000 y nos comentan que allí en verano podemos legar a los -20ºC. John decía que de dormir en un refugio nada. ¡Hay que dormir en la tienda ¡. Bueno, pues a probarla.
Una de nuestras primeras subidas a Los Machos por el Corral del Veleta.

Salimos de la Hoya de la Mora un 7 de enero. No muy temprano porque queríamos pasar la noche por Río Seco ( al pasar el refugio de la Carihuela, en el Veleta, Sierra Nevada, Andalucía, España).


Nota: las fotos de esta crónica no son ninguna de aquellos dos días, porque era imposible pararse a tomar imágenes, además, no se veía nada. 


A las 10 y poco de la mañana el viento era fortísimo, más de 100 km/h, según nos comentaba otro montañero que desistió de su aventura, . Por supuesto las pistas estaban cerradas.
Solamente vimos a 2 atrevidos que seguramente abandonaron porque al poco tiempo de subir, los perdimos hacia la izquierda y no los vimos más.
Ya en la Virgen de las Nieves, el viento nos obligaba a cogernos de dos en dos para no ser tirados al suelo. Sé que desde nuestro hogar, delante del ordenador puede parecer exagerado. Pero el que haya vivido estos temporales en alta montaña sabe de lo que estoy hablando.
Me recordaba a las abuelas de mi pueblo cuando van o vienen de misa, en una mañana gélida de invierno, cogidas del brazo.
Sí, JJ y yo optamos por cogernos del brazo para ofrecer mayor resistencia al viento sumando nuestro peso, porque nos entraba de costado.


En la cuerda que sube buscando las Posiciones del Veleta nos dio una paliza brutal. La Sierra estaba desierta, como es lógico.
Empezó a llover, sí a llover, a más de 2700 m de altitud. Y tardamos tiempo en apreciarlo hasta que notamos que estábamos completamente mojados. Afortunadamente el equipo aguantó bien, aunque luego pudimos ver que se había mojado alguna mochila, un poco, por abajo. Pero tampoco la lluvia frenó nuestro afán aventurero.
El agua se fue volviendo nieve, más bien ventisca. La visibilidad era muy escasa, prácticamente nula, pese a llevar las gafas cerradas ( de ventisca).
Nos fuimos dejando llevar hacia arriba, movidos como hojas. La nieve virgen iba formando “peces” (como llaman en la zona a las acumulaciones de nieve que forma caprichosamente el viento ) y hacía que pasáramos de una paso a otro del hielo a atascarnos hasta las rodillas. Esta marcha tan irregular y tortuosa había que sumarla a las inclemencia meteorológicas.
En realidad no pasamos mucho frío en el cuerpo, aunque las manos a veces se quedaban insensibles y había que mover los dedos dentro de los guantes (dobles) para bombear sangre y recuperar la sensación de su presencia.
El viento a ráfagas nos quería derribar. Emulando la sabiduría del bambú, nos manteníamos en pie con firmeza pero cediendo cierta flexibilidad para que el desgaste fuese un poco menor.
Aunque conocemos la zona bastante, nos orientábamos por sensaciones, las huella del viento en la nieve y a veces tirando de la brújula.
La subida se fue alargando. En una ocasión Salva propuso parar, montar las tiendas en intentar pasar allí el temporal. Pero nuestro objetivo estaba más arriba y nos obligaba a seguir adelante.
La meta era ahora alcanzar el refugio de la Carihuela y hacernos fuertes hasta el día siguiente. Pero tampoco era fácil encontrarlo. La visibilidad era nula, el viento multiplicaba la sensación térmica, no nos permitía parar, ni comer, ni beber.
 Arsenio, cubierto de hielo, aunque pueda parecer nieve,después de otra tormenta.

Reconozco que estaba tranquilo o al menos me quería convencer de ello, pero la situación se estaba complicando. Íbamos en fila y apernas nos veíamos, no nos oíamos hablando a gritos, eran cerca de las 4 de la tarde y la paliza iba pasando factura.
Llevábamos todo el día sin parar de andar atascados, barridos por el viento, sin comer ni beber. Y aunque Superman era conocido de una sobrina, de una mujer vecina de mi abuela; la influencia resultó insuficiente y nos notábamos un poco agotados.
Ya cerca del refugio íbamos un poco adelantados ( unos 10 metros) John y yo. Cuando intentamos mirar hacia atrás, el viento venía de espaldas, y se nos pierden JJ y Salva. Estuvimos esperando unos minutos pero no podíamos dejar de movernos porque el viento y el frío nos comía.
Después de un rato se confirma que el grupo se ha roto. Al menos llevan una tienda entre los dos, pero sabemos que la climatología hace imposible montarla.
Nosotros no encontramos el refugio. En el collado el viento era aun más fuerte. Decidimos echar mano del GPS, y no capta los satélites. Nos lleva unos minutos conectar y John me indica hacia donde debe estar el Veleta, porque el refugio no lo tenía marcado. No podíamos volver por lo tarde que era, de noche y con ventisca era bastante arriesgado, sólo queda continuar y buscar a los compañeros, sin saber dónde.
Sin ninguna lógica, nos vamos hacia la izquierda, dirección a la cumbre. Después de 15 o 20 minutos parece que se ve algo. Nos acercamos y es un remonte de las pistas de esquí. Vemos dos siluetas pegadas al remonte. Cuando nos acercamos, a unos cinco metros, eran palos de colores para señalizar las pistas.
Nos resguardamos del viento junto a la caseta y mirando hacia dentro vemos que hay gente dentro. Nos abren la puerta del paraíso. Nuestros colegas están allí dentro. Estamos juntos de nuevo.
Éste es el último remonte del Veleta (telesilla de La Laguna 3330m), donde subimos en la carrera del Festival de Montaña de este verano.
Cuando entramos pudimos apreciar que teníamos una costra blanca en todo el cuerpo y hacía que la ropa pareciera cartón piedra. La cara hinchada de las perdigonadas de nieve a presión que llevábamos soportando todo el día.
Nos repusimos, calentitos. Cuando las manos entraron en calor empezaron a doler en todas sus articulaciones.
Allí estaban San Victor y San Santiago ( valga la redundancia). Nos explicaron que los días de temporal se quedaban de guardia para mantener el remonte funcionando ( sin sillas) porque si se paraba luego quedaría todo bloqueado por el hielo.
Asombrados de cómo llegamos, fueron muy hospitalarios con nosotros. Pero como somos bastante cabezones, nos dispusimos a salir de nuevo buscando el refugio. A pesar de que nos advirtieron de que podía haber fácilmente 4 o 5 metros de nieve.
Volviendo sobre nuestros pasos, bajamos nuevamente al collado de la Carihuela. Pero era imposible ver nada y no podíamos parar por el viento, el frío y la nieve. Llegamos hasta donde se suponía que debía estar el refugio, concretamente en los tajos que hay hacia el norte del mismo. Nos teníamos que quitar las gafas a menudo porque se acumulaba la nieve y se veía aún menos.
Afortunadamente tomamos conciencia de la gravedad de la situación y decidimos volver al remonte.
Es curioso cómo se reduce en algunas ocasiones la lista de lo imprescindible. Se anhela lo elemental.



Llegamos nuevamente al oasis. El camino, corto en situaciones normales, se nos hizo una eternidad.
Dentro nos despojamos de nuestras armaduras y pudimos apreciar que no solamente llevábamos una pella de nieve entre la espalda y la mochila; sino también dentro de las cremalleras. No sé cómo pudo entrar.
Nuestros salvadores: Santiago y Víctor, nos decían que era inhumano dejarnos fuera, pero era una situación nueva para ellos y debían comunicar nuestra presencia a sus superiores.
Finalmente les dicen que nos las apañáramos esa noche allí todos juntos.
Cenamos con unos vinitos que llevábamos, Víctor cocinó una carne con ajillos y un poco de pique (guindilla) para quitar el frío, y vaya si calentaba.
Vimos un par de películas en un DVD que tenían conectado a un disco duro.
¡ Como reyes¡. Estábamos de lujo.
John seguía con la obsesión de dormir en la tienda. La verdad es que había poco espacio para los seis allí dentro. Y resguardados contra el remonte, montaron la tienda. Salva y John se durmieron en ella, o al menos lo intentaron.
A las cinco de la mañana dejó de nevar, pero el viento era todavía muy fuerte.
Nos levantamos, desayunamos café calentito, obsequio de la casa, nos enfundamos los trajes y para abajo. La previsión era casi la misma del día anterior. Estaban entrando unas nubes por el suroeste que podían derrochar nieve a diestro y siniestro, nuevamente.
Propuse pasar por el refugio para ver cómo estaba. Pues ahora, aunque con mucho viento, la visibilidad era buena. Pero mis colegas decidieron que lo mejor era salir directamente de allí hacia la Hoya de la Mora y tomarnos unas cervecitas en Graná.
La experiencia fue excitante, enriquecedora. Estas situaciones hacen que el grupo se cohesione aún más, si cabe.
 Bueno, ante todo, hay que mantener la calma. 


Salva, JJ, John, Canario y yo.
Como no podía ser de otra manera le agradezco desde aquí, a Santiago y Víctor, su hospitalidad. Les prometí que haría una crónica y les dí la dirección del blog (Córduba trail). Espero que la lean.


Os dejo un vídeo:           Monañismo extremo.




Las circunstancias desde esta aventura, desgraciadamente, han cambiado bastante. Ésta fue, una de las últimas veces que disfrutamos de nuestro amigo John en la nieve.


El día 20 de febrero del 2011, iban JJ, Salva y él, bajando por el barranco de San Juán y se vieron sorprendidos por una avalancha bestial. Salva, aunque maltrecho, y JJ pudieron salir. Pero John sigue aún allí.
Afortunadamente Jose Canario decidió no ir. Ese día fallé yo a última hora porque me quedé en Córdoba en otros menesteres. Si hubiese ido, seguramente estaría todavía allí con mi amigo.





Aunque esta crónica la tengo hecha desde hace tiempo, me faltaban unos vídeos de Salva, JJ y del propio John.


 He dudado mucho si debía publicarla.


Saludos traileros. Jes.




Hoy, 18 de mayo de 2011, a las 8:40 de la mañana me ha llamado JJ y me ha comunicado que ha encontrado a John en la cascada. Además de JJ,  lo acompañaban Jose Canario y Luis.
Gracias.

4 comentarios:

  1. UN FUERTE ABRAZO JESUS, Y MUCHA FUERZA PARA LA FAMILIA DE JOHN

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  2. UN FUERTE ABRAZO Y MUCHA FUERZA PARA LA FAMILIA DE JOHN. RAFA FDEZ. CORDUBA TRAIL

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  3. Claro que sí, ¿como no ibas a publicarla? Sin duda es un bonito homenaje a tu gran amigo.
    Un fuerte abrazo y mucho ánimo.
    R.Álvarez

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  4. A veces cuesta dar un paso y este es uno de ellos.

    Es un homenaje a una maravillosa persona que murió practicando una de sus pasiones, dejando tras de sí a la desolada familia, amigos y allegados.

    Les deseo a todos ellos fuerza y animo para superar lo pasado y lo que queda por venir.

    Un fuerte abrazo Jes.

    Rafa Argote.

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