lunes, 16 de noviembre de 2009

CRONICA DE LA CCC. ULTRA TRAIL DU MONT BLANC. CHAMONIX 2.009

Toda mi aventura del Ultra Trail del Mont Blanc comenzó hace dos años cuando mi amigo Rafa me dijo que se había inscrito para la Transgrancanaria y que si me iba con el. Yo nunca había escuchado hablar de estas carreras y cuando me lo dijo creía que estaba loco, correr más de 100 km, esos era imposible. En un principio la idea no me pareció mal pero que le acompañaba en bici de montaña, ingenuo de mí, ir en bici por esos sitios. Cuando me di cuenta de la estupidez de la bici, Rafa ya había hecho el trabajo psicológico de que se podía hacer a tan solo un mes y medio de la prueba. Sufrí de lo lindo pero la acabé y desde entonces me picó el gusanillo de estas carreras.

Poco después me enteré que el psicólogo además de psicólogo era también un diablillo que había fraguado su plan; conseguir puntos para el Ultra Trail Du Mont Blanc. Visto lo visto creo que puedo decir que es una de las carreras de montaña más emblemáticas de Europa y no sé del mundo, pero seguro que no se queda corta con ninguna otra, tanto por organización, por asistencia de corredores (mas de 50 nacionalidades), nivel exigido, número de abandonos, paisaje, cifras que mueve y no me refiero a dinero. Muchos la considerarán la carrera de montaña mas dura de Europa, otros tantos consideran que hay otras carreras igual, e incluso, mas duras, pero lo cierto es que fácil no es y allí no hay cojos. Así lo dicen las estadísticas: comienzan por lo general 2500 personas y terminan menos de la mitad e incluso un año casi un tercio y en la CCC abandonan un tercio de los participantes

No cualquiera puede ir a suicidarse. La organización exige que se hayan hecho, un año antes, por lo menos dos carreras de mas de 70 km como mínimo cada una y con un desnivel considerable, pero ojo, no cualquier carrera. Hay una lista, bastante extensa, de carreras en el mundo en las cuales se les asigna desde 1 hasta 4 puntos. Para ir al UTMB hay que acumular 4 puntos y siempre un año antes y para ir a su hermana pequeña la CCC 2 puntos. Una vez que has hecho la solicitud y has demostrado que tienes la puntuación necesaria, entrarás en un sorteo de las plazas, es decir, también interviene la suerte en el asunto. Como si no fuera suficiente, debes cumplir con algunas solicitudes burocráticas, te piden un certificado medico, firmado y sellado y que debes enviar antes de finales del mes de mayo en papel, nada de e-mail.

En cuanto a la organización fenomenal, seria, eficiente, profesional, aunque estricta en algunos aspectos; si llegas 45 segundos tarde a un control de paso o los médicos de la organización no consideran que estás en condiciones de continuar eres directamente descalificado, con el consiguiente cabreo del eliminado. Tenemos que recordar que esas normas las hemos aceptado antes de la carrera.

Como datos decir que la CCC tiene 98 kms y más de 11.000 metros de desnivel acumulado con un tiempo máximo para completar el recorrido de 26 horas y la UTMB son 166 kms con un desnivel positivo de 9.400 metros y otros tantos negativos con un tiempo límite de 46 horas. ¿Que significa esto, para los que no lo saben?, fácil, imagínate que existe una escalera, derechita hacia arriba. Ahora imagina subir un kilómetro por esa escalera, ahora imagina subir más de 9 kilómetros por esa escalera e igualmente bajarlos, no parece nada fácil, si tienes en cuenta que un edificio mide unos 30 metros de alto y hay 12 pisos. Es el ejemplo práctico mas sencillo, ahora imagina cubrir ese desnivel por senderos y caminos de alta montaña, charcos, agua fría por los pies, quebradas, ríos, bosques, quizás mucha lluvia de día o noche, bastante sol seguramente y súmale el frío, el cansancio acumulado, la noche. Si quieres más le pones unos tiempos de paso bastantes duros, que no invitan a distraerte para hacer fotografías por el camino y todo esto teniendo que llevar un material mínimo exigido que consta de: mochila con una reserva de agua de mínimo 1 litro, un envase de 15 cl para usar en cada zona de abastecimiento, una manta térmica de supervivencia, dos frontales o lámparas con sus respectivas pilas de recambio, un pito, una gorra o bandana, una banda elástica adhesiva para vendas, pantalones que cubra mínimo por debajo de la rodilla, una chaqueta impermeable para el mal tiempo, la respectiva reserva alimenticia y hasta el pasaporte o D.N.I. Además de lo anterior, es fuertemente recomendable según la organización: un teléfono que pueda usarse en los tres paises, guantes, ropas calientes para el clima frío y por lo menos 20 eurillos. Y finalmente, la organización no se molestaría contigo si llevaras un par de bastones telescópicos, brújula, cuchillo, cuerdas, crema solar, vaselina, mas ropa de recambio, siempre y cuando cargues todo tu equipaje, tu solito, de principio a fin. Por supuesto que en el transcurso de la carrera nadie te puede ayudar, dar agua o alimentos, porque sino serás duramente penalizado.

Hablar del “Ultratrail del Mont-Blanc”, no es dialogar sobre una prueba normal, siquiera de una carrera dura, sino más bien de uno de los retos deportivo más impresionante, brutal y salvaje que puede afrontar en Europa un deportista amante de los trails.

Con respecto a Chamonix, un pueblo precioso, de ensueño, metido dentro de esas montañas. Pasear por esas calles es algo espectacular y disfrutar del previo a la carrera es algo inigualable, un ambientazo difícil de olvidar. La recogida de dorsales es algo extraordinario. Del paisaje ¡qué se puede decir!, todo se queda pequeño. Se respira montaña.





No penséis que el terreno por el que se corre es técnicos, tipo Carros de Fuego, ¡qué va! Prácticamente el 100% del recorrido es a base de senderos de alta montaña que atraviesan bosques alpinos, unos prados en la parte Suiza que para los que tenemos niños pequeños, será imposible no acordarse de ellos y tener una envidia sana deseándolos para nosotros, puertos y fríos páramos en donde la magnitud de las montañas te dejan con la boca abierta, un

recorrido, donde a excepción de tramos con muchísimas raíces, subidas a base de escalones, otras a base de rocas en los que tendrás que prácticamente gatear, zonas de rocas mojadas y barro dependiendo de la climatología que tengas a la hora de pasar y en la que la tracción de las zapatas ya no será tan perfecta. El UTMB es una prueba grandiosa, sobrecogedora, pero también se podría definir como algo salvaje y brutal. El que piense que será capaz de correr durante toda la carrera se engaña asimismo. El recorrido está preñado, no de subidas y bajadas, no, sino de cuestones con unos desniveles brutales e inhumanos en los que se emplea horas en culminarlas y, sin transición alguna, bajadas interminables, violentas y crueles durante las cuales no puedes dar crédito a que exista semejante terreno y en las que las rodillas y los cuadriceps a duras penas aguantan. Es en esos momentos, precisamente en esas sobrecogedoras subidas o bajadas cuando te preguntas el porqué de tu participación y si serás uno de los que termine.

Nosotros llegamos el martes por la tarde a Chamonix, Rafa, que haría la UTMB, con su mujer, Currito, que hizo la CCC conmigo, Rafa y Rosi, unos amigos nuestros que nos estuvieron siguiendo durante toda la carrera, y el menda con mi mujer Mercedes. Decir que el pobre Rafa, que también le gustan las carreras y no tenía puntuación para poder correrla ( porque no le dio la gana), tenía los dientes durante toda la semana que le llegaban al suelo; estoy seguro que todavía están los rayones por las calles de Chamonix. Pues lo dicho después de una vuelta por el pueblo, flipante, una cena y a ver la salida de la Petite Trotte Á Léon, 245 km y 22.000 metros de desnivel positivo, si positivo, como si estás en la playa y subes mas de dos veces al Everest y los bajas y todo ello para hacer en 114 horas. Salen 60 equipos de tres personas, pero además a estos no se les baliza la carrera, van con GPS, y no tiene avituallamientos, tienen que llevar toda su comida, bebida, ropa, o sea todo lo que necesiten.

La salida alucinante con la música de Vangelis, The Conquist of Paradise. Canción que estaremos escuchando durante el resto de semana y que no me cansaré de escucharla, aún se me pone los pelos de punta cada vez que la escucho, así como la banda sonora del último mohicano.



Después de estar el miércoles y el jueves de turismo relajadamente, entre el Mar de Glace, una subida en trenecito a un glacial, en el cual te metes literalmente dentro por unos pasillos y subir al Aiguille Du Midi en teleférico y pasar a la parte italiana por encima de un glacial con la vistas del Mont Blanc al fondo, tuvimos bastante.


Ya el jueves por la tarde noche tocaba preparar la mochila de la carrera. Es curioso como después de tanto tiempo pensando en la carrera, en el material que llevaras, surgen santísimas dudas de última hora. Porque cuando estás en Córdoba empiezas a pensar llevo esto o lo otro, pero esto es mejor que pesa menos, si pero este traspira mejor, si pero el otro abriga mas, si pero si me pongo esto con lo otro y el otro lo pongo en la mochila a lo mejor me pesa mas que eso otro y así no me cabe esto que sí que lo tengo que llevar………Total, que lo metes todo en la maleta y allí decidirás cuando veas el tiempo que te hará en la carrera. El problema es que allí el problema se agrava ¿Cuantas barritas energéticas, o mejor geles?, y de sales ……. Este calcetín o este otro, este me fue bien en esta carrera pero me fue mal en la otra…….No soy una persona indecisa, yo creo que todo lo contrario, pero he reconocer que termine con dolor de cabeza.


Ya el viernes nos levantamos temprano, porque nos tocaba coger el autobús hacía Courmayeur a las 6’45; cuando vas a recoger el dorsal la organización te da un vale para coger el autobús y te pone a la hora que te toca, así evitan aglomeraciones de última hora. Allí en Courmayeur un desayuno con los amigos y la mujer; que decir que Rafa se pegó el madrugón para ver nuestra salida cuando después iba a estar dos días sin dormir. Ellos de risa y Curro y yo, como todos los demás corredores, con unas caras mezcla de concentración y de acojone dignas de ver.

Ellos que si café, que si pastelitos y yo con mi botella de sales desde las 6 de la mañana dándole pequeños sorbos. Fue en el desayuno cuando empecé a hacer pipí cada media hora, yo no he hecho más pipí en mi vida.


A las 10 de la mañana hacen la cuenta atrás y nos ponen la música celestial, que haces que vayas con una sonrisa de oreja a oreja. La salida nos llevaba por el interior de Courmayeur, precioso, y antes de salir del pueblo tengo verdaderas ganas de hacer otra vez pipi, hay que ver la cantidad de gente que estaba igual que yo, porque en la primera oportunidad que nos dieron vaya la que se lió. También hay que ver toda la gente que te puede adelantar en una parada de estas. Bueno, llegó la hora de la verdad, ya no hay más paradas, cojo camino hacia Planpincieux a un ritmito cómodo por un camino de asfalto sin mucha pendiente, pero luego vendría la primera gran subida hasta Refuge Bertone en el km 12. En esta subida es cuando me empiezo a dar cuenta de lo poco que había entrenado en altura y a acojonarme por la que se me venía encima, joder como se notaba la falta de oxígeno y el cansancio, a lo largo de la carrera no lo sufrí tanto, no sé si fue porque el cansancio lo disimulaba o porqué, pero la cuestión es que para mi los primeros compases de la carrera fue donde mas me afecto. Luego me enteré que mi amigo Curro lo pasó peor que yo, estando a punto de abandonar, y teniendo que disimular como pudo en el avituallamiento por temor a que la organización lo eliminará por su estado, menos mal que se recuperó rápido y fue de menos a mas durante el resto de la carrera, según me dijo mi mujer y mis amigos el tío iba como una moto y como si la cosa no fuera con el, incluso al final de la carrera.

Después del ref. Bertone aún quedaban 600mts más de desnivel hasta Tete de la Tronche, km 16, antes de empezar a bajar. Fue en los primeros trescientos metros de esta bajada, lo que creo me marcaría el resto de la carrera. Yo pensaba en las bajadas es donde se gana tiempo al crono, como cualquier carrera de montaña, y me tiré para abajo a saco, pero con esa pendiente tirarte a saco y además haciendo un sobre esfuerzo al adelantar a la gente y salirte de la vereda, fue casi un suicidio, cuando había bajado 300 metros tenía los cuadriceps que creía que me iban a explotar, aunque aflojé el ritmo notablemente, ya los cuadriceps se me habían quedado tocados. ¡Que bien, tocado de piernas y reventado en el km 16!. Vas listo Fernando.


Después de los 300 mts de bajada decidí plantearme la carrera con mucha más filosofía y me deje caer para abajo dirección al ref. Bonatti ( Km 22). El sol ya picaba de lo lindo y aprovechaba algún que otro riachuelo para mojarme la gorra y cabeza, cosa que me gustaba poco, porque era pararte un minuto y te pasaban 20 corredores, y a lo mejor alguno que te había costado la misma vida adelantar, porque eso si, allí nadie se aparte ya los tires por el terraplén y hay algunos que formaban auténticos tapones. Total que sigo mi trote para abajo y empiezo a notar el amago de una ampolla en la palma del pie derecho, decidí seguir hasta el refugio y allí curarme, cosa que ahora lo veo demasiado arriesgado por la experiencia que he tenido con las ampollas. El refugio Bonatti era una fiesta, muchísimos corredores, bebí 4 ó 5 vasos de agua, que era lo único que me entraba, ya que estaba bastante cansado de beber sales, de comida todavía no me entraba nada, cosa que sabía que me pasaría, me cuesta muchísimo digerir sólido en las carreras, alguna que otra barrita pero con mucho esfuerzo, al final después de tanto pensar que llevar siempre me pasa lo mismo, me sobran las barritas y me tiro a por los geles que se digieren mucho mejor. Lo dicho, me curo la ampolla, cambio de calcetines, bebo 2 vasos de agua y para adelante. ¡Joder!, he perdido media hora en esta parada tan absurda, no me puedo despistar de esta manera, no sé si necesitaré un colchón lo suficientemente grande sobre el control de paso, en caso de que me de una pájara. Después del ref. Bonatti la bajada continuaba hasta Arnuva, km 26 y primer control de paso, llego a las 15’30 de la tarde con una diferencia de 1,30 horas sobre el corte, como tenía bastantes sales que había repuesto en el refugio, decido no parar y seguir de largo hacia el punto mas alto de la carrera el Grand Col Ferret, una terrible subida de casi 1000 mts de desnivel, el paso fronterizo entre Italia y Suiza.



Tiro para arriba a un ritmo alegre y sin parar de adelantar a gente, es el momento de la carrera que me mejor me encuentro, empiezo a recibir mensajes de apoyo de España, y me alegra enormemente pensar que nuestros amigos gaditanos se están acordando de nosotros. Llego a lo alto, km 30 y a 2.537 mts de altura, ya no noto la altura, estoy alucinando de lo que veo, es impresionante, me doy un minuto a hacer un encargo que mi santa madre me dijo y decido seguir para abajo con las pilas cargadas a tope y las piernas también para afrontar otra terrible bajada de 10 km hasta La Fouly km 40.

La bajada hasta la Fouly es una maravilla, empiezas bajando por las montañas, unas montañas impresionantes, que llegan hasta asustar de su majestuosidad, perdidos en medio de la nada te vas adentrando en un valle de verdes prados e inmensos bosques, poco a poco se empieza a ver señales de vida , pero de vida de la buena, niños descalzos por los prados y despreocupados de cualquier peligro, telesillas de esquí que bajan por unas laderas que parecen sólo para los cuatro vecinos, unos pedazos de ríos y todo franqueado por unas mastodontes inigualables.



En la entrada a la Fouly estaba esperando mi mujer que la pobrecilla llevaba desde la salida de la mañana desplazándose en los autobuses de la organización hasta llegar allí. Te da una enorme alegría ver a los tuyos cuando ya vas tocado del ala y te quedan todavía 60 km. Igualmente me alegró mucho cuando me dijo que había ganado 40 minutos mas sobre el corte, aún así estaba inquieto por los cortes, veía que estaba corriendo a tope y no sacaba suficiente margen en caso de pájara, no entendía como yendo como iba no sacara más margen. En esta carrera si tienes 10 metros para correr aprovéchalos para ganar tiempo porque no sabes si luego los necesitaras. Después de esta bajada los cuadriceps ya me estaban dando señales de alarma seria y todavía no había comido nada sólido siendo las 6 de la tarde. Mercedes insistió en que debía comer algo pero lo máximo que conseguí comer fue un poco de queso y salchichón.





Es admirable la gente de estas zonas que, desde sus pueblecitos y chalets, se acerca a las sendas y prados con sus enormes cencerros a animar y como esos niños de no mas de 7 años, juegan en sus mesas de juguete a ofrecerte vasos de agua, peleándose entre ellos por ser los primeros en dártelos con unas sonrisas que sólo los niños tienen, y como con una gran satisfacción te miran mientras bebes.

Me quedaba todavía una bajando por el margen del río y los bosques de pinos de 10 km hasta Issert, en este tramo si hay algún que otro paso que te asustas un poco, era mejor no pararse a mirar ni a pensar, también es verdad que es donde más se disfruta corriendo por los paisajes que tienes, las gentes, las casas en medios de los prados, los pueblos, lástima que el cuerpo ya iba tocado pero muy contento, no sabía que se me avecinaba una buena. Corrí hasta la salida de Issert, un pueblo precioso de madera y con una gente que no paraba de animar con los cencerros y ofreciéndote de todo. Nada mas salir del pueblo te salías por una vereda a izquierdas y con la cual empezaba la subida a Champex Lac, otro pueblo Suizo con un lago en medio que es una preciosidad. Esta subida no le hice mucho caso porque era de 4 km, del km 50 al 54 y una ascensión de 450 mts, pensé que sería poca cosa, cuando venía de ascensiones de 16 km y con el Grand Col Ferret no sufrí demasiado. Me equivoqué, empecé la subida a mi ritmo, disfrutando del paisaje que cada vez se hacia mas empinado y cerrado por los bosques, fue hacerse de noche, ponerme el frontal y empezar a sentir muchísima la humedad y a sudar una barbaridad, me sentía fatal, cansadísimo y me dolían los cuadriceps como nunca, cada paso era un sobreesfuerzo. Sin duda estaba pagando el no haber comido en todo el día y el esfuerzo de la carrera.



Comprendo que la gente que no hace estas carreras diga: anda ya que le den, yo me voy a dormir calentito a mi cama y no entienda que nos hace seguir de noche, solo en medio del monte, con frío y hambre y solo con un frontal para iluminar el camino, buscando algo dentro de ti mismo que te las fuerzas suficientes para poder seguir adelante, pero creo que es precisamente esa sensación lo que hace que nos gusten estas carreras.

Llegué muerto a Champex, todavía no me entraba la comida, pero está vez Mercedes insistió que comiera un plato de sopa, costo al principio pero todo fue empezar, joder como me entró esa sopa, luego otro y para terminar dos platos de macarrones con queso, todo regado con una buena botella de agua y de postre dos bolitas de gel de cola con cafeina de Power Bar. A pesar de la subida, todavía seguía manteniendo mis dos horas de margen sobre el corte. Estando tu muerto es curioso las cosas que se te pasan por la cabeza al ver a la gente llegar a la organización con cara de desolación y cansancio decirles que se retiran. Miras a los corredores mientras comen, con sus caras cansadas y pensativas y te das cuenta que casi todos los que están allí van a acabar la carrera y que su aspecto es similar al tuyo. Te queda la mitad de la carrera y son las 9 de la noche. Solución; huevos con un poquito de coraje mezclado con un par de cojones, le echas por encima una pizca de corazón y palante. De todas formas hay que ver que agradecido es el cuerpo, en media hora me había dado un vuelco tremendo y estaba dispuesto a afrontar la noche con muchísimo animo, pobrecito de el no sabía que le esperaba, para mi la peor subida de la carrera, aquella que dos días antes nos habían dicho que era la más fácil La Bovine km 64, 10 km de subida entre rocas, arroyos y raices.

La salida de Champex recuerdo, que me dio coraje no poder ver bien el pueblo y el lago, lo había visto en fotos y es una preciosidad. Empecé a tener frío y me puse la chaqueta que le había comprado a Chus, de la tienda ALUA; un tío joven, genial que sabe un huevo, la verdad es que el material que nos han ido pasando es una pasada, tanto la chaqueta, como los pantalones cortos de Salomón, las mallas, las camisetas de Salomón…., Todo el material que queríamos nos lo daban y si no lo tenían, lo pedían dándonoslo en pocos días. Es una suerte tener esta tienda de montaña en Córdoba. Con la chaqueta fue un constante me la quito, me la pongo, me la quito, me la pongo, era empezar a subir y te sobraba todo, con una camiseta ibas sobrado, cuando llegabas arriba te la ponías y era empezar a correr para abajo y ya te sobraba otra vez, llegabas abajo parabas en el avituallamiento y al salir otra vez frío.

Total, salgo de Champex y la primera parte se corría muy bien por unos bosques, que deberían de ser preciosos, ibas por unas pistas que se iban estrechando hasta convertirse en vereda, pero se podía correr cómodo y comer kms que es lo que realmente se quiere en ese momento, porque luego los kms pasan muy despacio. Pues va a ser que esta parte es la más fácil, menos mal. Si, menos mal por los cullons. Fue en esta subida, cuando tu crees que vas muy mal y te das cuenta que la gente va bastante peor que tu, aquí adelante a mas de 100 corredores. Total empezamos a cruzar arroyos y se empieza a empinar eso y cada vez más roca y cada vez más empinado, hasta el punto de que la única forma de subir era casi a cuatro patas. No sienta muy bien subir en esas condiciones durante tanto recorrido a la altura de carrera que ibamos. Allí si vi a la gente pasarlo francamente mal, de hecho vi dos leches bastantes importantes, bueno una, porque la que iba a ser la segunda, fue del que iba delante mía que se estaba cayendo hacia atrás y me iba a arrastrar con el, por lo que hice fue pegarle un empujón y echarlo para afuera. A ese le salve de pegarse un buen jargaso, y a mi también. El otro iría 3 ó 4 corredores delante y ese si cayo de una altura considerable, no penseis que se cae al vacío, pero si de roca en roca resbalando, y golpeándose con todo lo que pillaba. Casi en la cima vas corriendo por una vereda muy estrecha y honda, que tenía una cuerdecita verde a la derecha a la altura de la cintura, según me dijeron después era como medida de seguridad por lo que tenías para abajo, si esa cuerda era la ayuda que tienes por si pegas un traspiés, mejor no pegarlo, porque seguridad ninguna, menos mal pasarlo por la noche y no darte cuenta del peligro o que pena perderte las vistas que tenías que tener desde allí. Ya en la cima hacía un frío que pelaba y no se veía a 3 metros, por la neblina y la llovizna, me tome 2 sopas muy calientes que sentaban a gloria y sin tregua a correr para abajo 6 km y 800 mts de caida libre dirección Trient Km 70. Menuda bajada de raices y rocas y pedazo de desnivel. Aquí tenía los cuadriceps literalmente rotos y cada vez me costaba mas doblar las rodillas, correr esta bajada se me hizo interminable, viendo las lucecitas al fondo y que nunca llegaban, y cuando por fin llegaron no era Trient, nos metieron unos metros de carretera para enganchar con otro camino y seguir bajando a otras lucecitas. Bajar dolía un huevo pero había que correr, allí todos corren, como he dicho no hay cojos, tenía que correr además por el temido corte, ya me había dado cuenta que si mantenía ese ritmo mantenía la diferencia de dos horas que tenía de colchón por si lo necesitaba en caso de apuros. El problema era que para mantener ese ritmo había que correr todo lo se pueda y no darte ni una pizca de tregua. Es bastante agobiante correr así, pero es lo que nos toca a las categorías inferiores. Por fin llegué a Trient a las 2, allí me esperaba mi mujer y mis amigos. Llevaba 1h45’ de diferencia. Estaba como una moto, super espitoso, ellos no entendían que estuviera tan nervioso con el tiempo, la verdad es que yo tampoco, pero lo estaba. Además el mensaje que mandan la organización a los móviles dando los tiempos estaba equivocado, me ponía que yo había salido ya de Trient. Total que perdí gran parte del tiempo del avituallamiento en lugar de descansar y comer, en intentar hablar con los de la organización, con la mala folla que me tocaron unos que estaban borrachos. Les dije a mis amigos y a Mercedes que no siguieran hasta Vallorcine porque ellos estaban a 30 minutos y yo a 4 ó 5 horas y llevaban desde las 6 de la mañana en planta.



Me quedaba la cuarta subida y penúltima, la subida a Catogne, km 75, 5km de subida y 700 metros de desnivel, en las subidas era donde mejor me encontraba, me sentía fuerte y no paraba de adelantar a gente pero el problema de los cuadriceps en las bajadas me estaba afectando. Esta subida tenía una cosa buena y mala, la buena era que el terreno era bastante bueno, era firme y no había excesivas raices y rocas, lo malo era la pendiente tan salvaje que había, brutal. Cuando empecé la bajada con esas pendientes los cuadriceps, ya no estaban, no era capaz de doblarlos mas de 30 grados, intentaba estirarlos, como había venido haciendo durante la carrera, pero ya no me alcanzaba la mano al pie para elevarlo; intentaba enganchar el calcetín con el dedo y poco a poco ir levantándolo para que se estirara el muslo, dolía tela pero era lo único que me permitía bajar algo. En la bajada de Vallorcine había un control con un servicio médico, y yo venga a decirle al médico que me levantara el pie, haciéndoselo con gestos, diciéndoselo en inglés, y el tío venga a mirarme como alucinado. Al final conseguí cogerme el pie e ir levantándolo poco a poco delante de él y el tío seguía mirándome como si estuviera loco. Yo creo que a ese le había afectado el mal de altura, porque sino no lo entiendo. Continúo corriendo, y mientras sigo con mi vía crucis particular, sigo con mis pensamientos. El Mont Blanc te da una auténtica lección de humildad, quieres ser mejor marido, mejor hijo, mejor hermano, mejor amigo, quieres demostrar mas tu afecto y admiración a los tuyos; en definitiva, ser mejor persona. Te encuentras más cercano de tus seres queridos que ya no están contigo, es difícil acordarse de los tuyos y que no se te salten las lágrimas.

Después de sufrir lo que sufrí bajando, conseguí llegar a Vallorcine, km 80, adelantando 50 puestos. Eran las 5 de la mañana y mi colchón se había reducido a 1h 30’. Hice una parada bastante corta, por mi problema con el tiempo, una sopa, algo de queso y no sé que mas, allí ya no eres tu, estás como sonámbulo, de venir de la oscuridad a llegar a esas carpas con el ruido y las luces, es como si oyes un murmullo a lo lejos, todo va lento, todo cuesta un sobre esfuerzo, eres un puro dolor, mas que un avituallamiento parece la enfermería de una película de guerra.

En 15 minutos decido salir con todo el dolor de mi corazón porque me esperaba la subida que según decían todos era la peor, La Tête aux Vents, km 87 y 800 metros de ascensión por unos escalones de no menos 50 cm cada uno. A esta altura de la carrera eso duele, menos mal que eran para arriba, llegan a ser para abajo y hubiera tenido un serio problema. El amanecer y volver a ver la luz del día me sentó de maravilla, me despertó todos los sentidos, hasta el del dolor. Llegue a lo alto en el mejor puesto de toda la carrera, seguía adelantando a gente para arriba, me sentía fuerte, con muchas fuerzas pero con las piernas machacadas, la ascensión no se me había hecho dura, incluso más corta que las otras. No obstante estaba bastante cabreado por tocarme nubes en la parte alta de las montañas y no ver nada del paisaje que sabía que tenía delante, estaba enfrente del Mont Blanc y con Chamonix debajo. El terreno era todo de rocas y con el agua y el barro estaba muy resbaladizo, había que tener muchísimo cuidado para no pegar una leche, mas de una vez, de dos y de tres eché el culo al suelo para bajar algún desnivel. Aquí vi la tercera leche de la carrera, el tío que iba delante mía, bajando un desnivel considerable no se apoyó ni en los bastones ni en las manos. Pensé que seguro se encuentra este, fue pensar eso, y para abajo, se fue girando mientras se resbalaba para abajo y fue a dar con toda la cabeza en la roca de abajo, el tío seguro ya no lo era tanto. Se ve que delante mía pasó otro tío seguro, porque vi un machurrón de sangre en una roca que asustaba a todos a los que por allí pasábamos.

Desde la cima hasta La Flégêre, km 90 tienes una bajada de 300 mts y 3 km en los cuales vas saltando de roca en roca haciendo literalmente el cabra, de hecho allí me lleve una sorpresa alucinante al ver de buenas a primeras a 3 cabras delante mía como si la historia no fuera con ellas. La Flégêre es una pequeña carpa en donde termina un telesilla de la estación de esquí, lástima que la niebla no me permitiera ver más, porque yo siendo el idiota del esquí, hubiera flipado viendo todas esas pistas. Estaba en mi mejor posición de carrera, pero todavía estaba pensando si me pillaría el corte, le había ganado 15 minutos, tenía un margen de 1 hora 45. Fueron unos madrileños que me estuve encontrando durante toda la carrera los que me devolvieron a la realidad. No sé porqué, pero creía que me quedaban 17km de bajada en 3 horas y en realidad me quedaban 7 km de bajada con un desnivel de 900 metros. Me tome mi sopa de rigor y estiré todo lo mejor que pude y me permitían los cuadriceps para afrontar lo que sería mi última bajada, bajada que cuando estás en Chamonix y miras hacia arriba, hacia las montañas, piensas, ¿de aquí por donde se sale o por donde se baja?. Respuestas, pues por donde estás mirando, por esa pendiente. Quería correr, bueno si a eso se le llama correr, pero la verdad es que todos corríamos, yo corría mientras la pendiente me lo permitía, que fue mas bien poco, porque cuando tenía que bajar alguna raiz o piedras o lo que fuera, sólo lo podía hacer de lado como las personas mayores con su bastón. La cantidad de gente que me fue adelantando en estos km, pero yo estaba entregado y ya no podía hacer más, con bajar era suficiente. Ya llegando a Chamonix la pendiente disminuye y ahora me tocaba a mi adelantarlos a ellos, que fueron los mínimos, antes de entrar en las calles decido llamar a mis padres para decirles que me quedaban no mas de 2 ó 3 kms, después no sé si podría. Con mi ritmito constante llegué a las calles de Chamonix, aquí ya no tenía niebla, sino un sol expléndido. Eran las 10,30 y había bastante gente en las calles animando. Continuo el margen del río y enfilo la calle principal, allí estaba esperando mi Rafalín con la cámara de video, continuo para abajo y ya veo a Currito que después de llegar ha estado esperándome 3 horas, veo a Mercedes, a Rosita, y a la bandera de España, foto y a seguir corriendo junto a Mercedes para la meta. Ya en la recta de meta, cuando me quedaban 10 metros para llegar decido pararme en seco a saborear el momento, no quiero que se acabe pronto, levanto los brazos y asuso a los franceses, se ve que al de la organización le gustó porque acto seguido me ponen la banda del Ultimo Mohicano y cuando ya estaba todo bien calentito decido correr mis últimos 10 metros. Se acabó, la he terminado, fotos con la bandera haciendo la señal que mis hijos me habían encargado y acordándome muchísimo de todos.



La gente que no hace este tipo de carreras no se pueden ni imaginar la sensación que se tiene al acabarla, es realmente difícil explicarlo con palabras. Han sido tantos meses entrenándola, pensando en ella, tantos madrugones en verano para haber regresado cuando tus hijos se levanten y no quitarle tiempo a la familia, tantas salidas a la sierra los viernes a las 10 de la noche hasta las tantas de la madrugada, tantas salidas nocturnas, lloviendo y con frío para no perder el entrenamiento, tantos, tantas……..…, resumiendo, muchísimo sacrificio, y todo para disfrutar de la carrera y poder conseguir cruzar la meta. La llegada a Chamonix es indescriptible: Cientos de ciudadanos, familiares se agolpan en las calles, te vitorean, aplauden, felicitan y uno, en esos momentos está en el paraíso, además acompañado de algunas de las personas más importantes de mi vida y los que no están, lo están en la cabeza. El acabarla es una sensación de agotamiento y dolor extremo unido a una auténtica sensación de euforia, de felicidad plena, la sensación de haber conseguido lo que tanto te ha costado, te emocionas, estás pletórico, lloras de alegría, de dolor, es la plenitud, piensa en los tuyos y alucinas. Aunque yo os intente explicar con palabras mis sensaciones, creo que aquel que nos pregunta que nos hace correr este tipo de carreras nunca sería capaz de entender realmente la respuesta.





Cronica escrita por: Fernando Fdez de Mesa, del CÓRDUBA TRAIL